Pocos instrumentos tienen más capacidad para moldear la mente de los niños y jóvenes que los materiales de enseñanza y aprendizaje empleados en las escuelas. Los manuales escolares no solo transmiten conocimientos, sino también valores sociales e identidades políticas, así como una perspectiva de la historia y el mundo. Los docentes y los alumnos confían en que los manuales escolares constituyen fuentes de información fidedignas y objetivas, y asumen que son veraces y equilibrados y reposan en las conclusiones científicas y prácticas pedagógicas más recientes. En algunos contextos, los manuales escolares son los primeros, y a veces únicos, libros que pueden leer los jóvenes (Lässig y Pohl, 2009). En la mayoría de las aulas determinan lo que enseñan los docentes y cómo lo hacen.