Los estudios PISA tienen un impacto destacable en la configuración de políticas educativas, aún a pesar de algunas limitaciones tanto en términos de opciones metodológicas como de su modelo explicativo. Cada vez más los estudios PISA demuestran cierta ambición prescriptiva a la que se da salida ya sea influyendo sobre las definiciones curriculares o bien por medio de la abierta definición de las políticas que, supuestamente a partir de las evidencias halladas en PISA, pueden contribuir a mejorar los aprendizajes de los estudiantes de forma significativa. Ambos mecanismos son analizados, al mismo tiempo que se sugiere una agenda de investigación precisamente destinada a conseguir que los estudios PISA puedan apoyar mejor los procesos de configuración de políticas educativas basados en evidencias.